jueves, 21 de mayo de 2009

LA ULTIMA PAVESA

Si tan solo quedase una pavesa
del fuego ardiente del amor primero
sería para mi un honor guardarlo,
y hacerlo eterno, imperecedero.

Si tan solo quedase la tea,casi extinta,
del fuego eterno de aquel amor postrero.
Aventaría con anhelo aquella palomita,
y viviría abrazada en ese fuego.

Si tan solo quedase la armonía,
el magma candescenta, rojo lava,
yo por el nadaría en ese río
porque un incendio con su nombre me llama

CLANDESTINOS SIN PUERTO

En las negras aguas
de noches sin luna,
en la pesadumbre
de la oscuridad.
Con manos alzadas
con temblor y ruego
buscan las orillas
a golpes de ciego
los hijos del mar.

Pateras repletas,
de almas dolientes,
sollozan perdidos.
"soledad del mar"
Barquitas que mecen
su carga de sueños
por áridos mares
en la inmensidad.

Las aguas profundas
se llenan de osarios
noticia anodina
en telediarios.

El África negra
se hunde en las olas
Quebrado lamento
que una madre llora
Y silencia el mar

CLANDESTINOS (inmigrantes ilegales africa)

(Los que llegan)

El embrujo del eter
en la noche sublime
del espacio estelar.
Virginales estrellas
nos ofrecen las huellas
y el sonido quejoso
de las olas del mar.

Descienden en racimos
los brillantes luceros.
Y cascadas de plata
dibujando senderos.
El oráculo mudo
de la luna fría
da silencio imperioso
a la hermosa ría.

Se descubren caminos
blancas sendas de sal
refugios clandetinos
por la orilla del mar.

miércoles, 13 de mayo de 2009

ERA EL EDEN UN LUGAR

Era el Edén un lugar
Libro: El Teatro de la vida (2)

Era el Edén un lugar placentero
de hermosura espléndida y latiente
con el fulgor del aura esplendorosa
y el esplendor de la aurora ascendente.
Y dijo Dios desde su Magno Trono
desde el cielo abierto y transparente:
“Con todo amor y con los dedos de mis manos
me haré un hijo de barro: débil y sapiente”
No sé cuánto tardó en aquel diseño
mezcla sublime de tierra y poesía
y trabajó, y no cejó en su empeño
hasta plasmar su ingenio y sabiduría.
Creció la vida y el hombre triunfó ufano
humanidad olvidadiza y descendente
dejando a un lado a su Padre omnisapiente
de su dador de pan mordió la mano.
Y adoraron a ídolos inertes
y sirvieron a las obras de sus manos
muñecos fatídicos a su semejanza
dioses roñosos de palo, piedra y barro
que a la hora de salvar son impotentes.
Y pasaron los días venideros
en que el tiempo implacable todo amaña
tanto creció la insensatez humana
que entre el cielo y la tierra
hay una gran montaña.
Hacia allí suben de los pueblos los benditos
razas y lenguas alegres en campaña
buscando juntos el reino ayer prescrito
por el Dios de verdad que nunca engaña.
Para nutrirse del maná escondido
y retomar la heredad perdida.
¡Que la luz crescente, lámpara y flama
nos guíe hasta el árbol de la vida!